Muy cerca de Madrid, de la mano de Javier, Sara y Ainara nos esperaba un día inolvidable ese 3 de junio del año 2016. Entre interminables campos de marrones y verdes frondosos nos adentrabamos en la bonita historia de amor de una de las parejas más divertidas, originales, optimistas y felices con las que he trabajado.
El escenario, la finca Jardín El Botero.
Un único objetivo, que todos, incluida yo, como me hicieron saber, nos lo pasamos como nunca antes lo habíamos hecho. Lo mejor de todo, ¡¡¡que lo consiguieron!!!
Nos contagiaron de esa bendita locura que te hace bailar con la vida, se mostraron con la actitud del que lidia con facilidad los problemas de la vida, como un ejemplo a seguir. Fue una suerte formar parte de sus vidas porque hicieron que la mía también fuera más bonita.
A la altura del evento solo estaba El Botero, 40.000 m2 compuestos de árboles, fuentes, manantiales, paseos y praderas que conforman jardines con personalidad, un entorno único.
¿Y qué decir de la comida? Pudimos degustar su cocina elaborada en el horno de leña y barbacoa. Platos de alta calidad, con materias primas escogidas para la ocasión, adornados con enorme atractivo y buen gusto.
Javier, Sara y a ti, su preciosa flor Ainara, gracias y mil gracias, no solo por haber confiado en mí para compartir este día, gracias por vuestras palabras y sobre todo GRACIAS por esta lección de vida que saco de nuestra experiencia.
Ya lo dijo Gustavo “El filósofo”: “La familia es como la música, algunas notas altas, otras bajas, pero siempre es una hermosa canción”.
¡Encantada de haberos conocido familia!